Suenan los tambores de guerra de nuevo en Oriente, esta zona vuelve a estar en el punto de mira del ejército imperialista americano, ya fue Afganistán, Iraq, Kwait, Libia...ahora el enemigo es Siria y se escudan nuevamente en la presencia de armas químicas, en esta ocasión, de destrucción masiva en el caso de la reciente invasión de Iraq, siempre sin pruebas, no la aportaron entonces ni las han aportado ahora de momento. Es una decisión tomada de forma unilateral por el "salvador mundial", el flamante "Premio Nobel de la Paz", el que iba a cerrar Guantánamo el señor Barack Obama, que se desmarca incluso de la ONU para iniciar una nueva cruzada imperialista pero, ¿qué intereses hay detrás de todo esto?
Lo que le interesa a los EEUU es la seguridad de
Israel y la defensa de sus intereses económicos y sobre todo del control del
petróleo y la exclusividad del dólar como moneda-papel fundamental en el comercio internacional de energías.
Pascual Serrano, hace un interesante análisis de los intereses de EEUU en un ataque a Siria en su artículo "El déjà vu sirio" publicado el pasado 28 de agosto en el diario.es el cuál compartimos de forma íntegra con todos vosotros puesto que induce a la reflexión y presenta datos que los grandes medios de comunicación de masas ocultan a la opinión pública.
Todo
parece indicar que EEUU bombardeará Siria en los próximos días, es lo que los
medios y la diplomacia denomina eufemísticamente “intervenir”. Para empezar
debemos aclarar que tenemos la humildad de reconocer que, aunque parece
indiscutible que hubo una masacre por armas químicas, no sabemos quiénes fueron
los responsables. Es por ello que la ONU envía inspectores a la zona. Ignorado
esto podemos presentar algunas deducciones lógicas. La primera de ellas es el
principio establecido en el Derecho Romano y utilizado en criminalística de “cui prodest” (¿quién se beneficia?).
Desde hace semanas, en la agenda de las potencias occidentales y sus adláteres
árabes están las acusaciones contra el gobierno sirio por el uso de armas
prohibidas, lo más absurdo que podría hacer ese gobierno sería asesinar un
millar de civiles, incluidos niños, en un barrio que no forma parte del frente
y poner en bandeja la justificación de una intervención militar de EEUU o de la
OTAN. Es decir, la respuesta de “a quien beneficia” la masacre por agentes
químicos es los partidarios de esa intervención militar contra Siria.
Lo
siguiente que hemos comprobado es la rápida difusión de la noticia señalando la
autoría del gobierno sirio. Tan rápida que el día 21 los medios internacionales
estaban informando de una masacre de 650 personas por parte del ejército sirio
utilizando como fuente informativa un tuit de la oposición siria.
Nada más. No se me ocurre ningún agente social que pueda conseguir ser titular
mundial con un tuit.
Inmediatamente,
los gobiernos que han mostrado su apoyo a los rebeldes sirios comienzan a
exigir la presencia de los inspectores en la zona para confirmar el ataque y
determinar sus responsables, y acusan al gobierno sirio de no colaborar. Sin
embargo, cuatro días después ese gobierno está autorizando la presencia de los
inspectores y dotándoles de escolta para desplazarse a la zona. Cuando se
dirigen al terreno, estos inspectores sufren un tiroteo. De nuevo el gobierno
es acusado de la responsabilidad de los disparos de francotiradores al convoy.
Sería una cosa curiosa que un bando escolte a unos inspectores de la ONU y al
mismo tiempo les disparara. A continuación, los mismos que exigían la presencia
de inspectores dicen que ya es tarde,
que no necesitan a los inspectores. Sin esperar a las conclusiones del equipo
de investigadores de Naciones Unidas, el secretario de Defensa estadounidense,
Chuck Hagel, dice que ya tienen la información de inteligencia que demostrará
que “no fueron los rebeldes y que el Gobierno sirio
fue el responsable".
De
nada sirve que el gobierno sirio lo niegue, o que Médicos sin Fronteras afirme
que “no puede establecer la autoría del ataque”.
La información del gobierno sirio, difundida por la televisión nacional de ese
país, asegurando que el ejército allanó el día 24 un depósito de los opositores
armados en Jobar, localidad de la periferia de Damasco, en donde halló varios
barriles de agentes tóxicos con la inscripción hecho en Arabia Saudita, además
de máscaras antigás y pastillas para neutralizar los efectos por la exposición
a dichos químicos, sólo fue recogida por Prensa Latina.
El
gobierno que más muertes ha provocado en la historia por armas atómicas (Hiroshima
y Nagasaki) y por armas químicas (agente naranja en Vietnam) es el que se
presenta como protector mundial de los daños por esas armas. El gobierno que
inició una guerra de Iraq, que todavía continúa, justificada por unas armas de
destrucción masiva que no existían, ahora propone hacer lo mismo por unas armas
químicas fundadas en las mismas pruebas. La sensación de déjà vu con la invasión de Iraq es
inevitable. Entonces pidieron inspectores y cuando se encontraban en el terreno
les obligaron a salir precipitadamente porque comenzaban a bombardear.
Son
los mismos gobiernos que se escudaron en una resolución de la ONU para proteger
a los libios y terminaron bombardeando el convoy del presidente para que una
horda de mercenarios lo linchara y colgara el vídeo en internet. Es la misma
OTAN que bombardeó Yugoslavia sin autorización del Consejo de Seguridad
argumentando una limpieza étnica que los forenses demostraron falsa y que, una
vez más, lo volverá a hacer en Siria sin importarle la legislación internacional.
Los mismos países que invadieron Afganistán para liberar a las mujeres de los
talibanes y hoy siguen siendo lapidadas y el país aumentando su récord de
producción de opio, corrupción y pobreza.
A
todas esas personas bienintencionadas que dicen que no podemos permanecer
impasibles ante la masacre de cientos de civiles en Siria hemos de explicarles
que esos libertadores que esgrimen el derecho de proteger, la defensa de los
derechos humanos y la implantación de la democracia cargan con demasiados antecedentes
para que podamos creer en sus buenas intenciones.
Como
señala Jean Bricmont (Imperialismo
humanitario. El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra, El
Viejo Topo, 2008), asistimos a que gran parte del discurso ético de la
izquierda considera la necesidad de exportar la democracia y los derechos
humanos echando mano de las intervenciones militares del primer mundo, y
califican de relativistas morales e indiferentes al sufrimiento ajeno a quienes
critican esas injerencias. De forma que es precisamente esa izquierda la que
inventa e interioriza “la ideología de la guerra humanitaria como un mecanismo
de legitimación”. Es un error plantear que existen gobiernos buenos -que pueden
invadir- y malos -que merecen ser invadidos y derrocados-. No olvidemos que si
aceptamos esa opción, la invasión legítima, en el fondo, estamos autorizando la
del fuerte sobre el débil. ¿Acaso invadirá Brasil (tan democrático como EEUU) a
Iraq para instaurar la democracia? ¿Aceptaríamos que el Líbano bombardeara con
carácter preventivo a Israel? Recordemos que ha sido atacado alguna vez por ese
país, estaría muy fundado su ataque preventivo.
Olvidan
también que el poder siempre se ha presentado como altruista. Decir que se
bombardea Yugoslavia para impedir una limpieza étnica, se invade Afganistán
para defender los derechos de las mujeres, se ocupa Iraq para llevar la
democracia y liberar al país de un dictador o se ataca Siria para derrocar a un
tirano no difiere mucho del discurso de la Santa Alianza para enfrentar las ideas
de la Ilustración que inspiraron la Revolución Francesa, o del de Hitler que
justificó su invasión de los Sudestes checoslovacos para defender a la minoría
alemana. Parece que esa izquierda de fervor internacionalista humanitario
olvida que, ya en los tiempos más recientes, el intervencionismo extranjero
occidental, que viene a ser lo mismo que decir el estadounidense, es el que
apoyó en Indonesia a Suharto frente a Sukarno, a los dictadores guatemaltecos
frente a Arbentz, a Somoza frente a los sandinistas, a los generales brasileños
contra Goulart, a Pinochet frente a Allende, al apartheid frente a Mandela, al
Sha contra Mossadegh y a los golpistas venezolanos contra Chávez. Si de
intervenir para proteger y salvar vidas se trata, bastaría con “bombardear”
muchos países de África con tetra
briks de leche en lugar de bombas de racimo.
Tampoco
es que estemos defendiendo a talibanes, a Sadam, a Gadafi ni Al Assad. Estar en
contra de un bombardeo de la OTAN o una invasión estadounidense no requiere de
un pronunciado rechazo expreso a esos regímenes para que no se interprete que
se defienden, el asunto que debemos plantearnos es la violación de la
legislación internacional por parte de una potencia invasora, y las mentiras en
las que se escudan para justificarla.
Pascual Serrano
(Periodista)
Son muchos los que se han alzado en contra de esta nueva aventura imperialista americana, desde Izquierda Unida y el Partido Comunista se ha mostrado un rechazo enérgico desde el principio a la declaración de guerra efectuada por EEUU que sin embargo ha sido respaldada tanto el PSOE como el PP que incluso ha enviado a la zona a la fragata Blas de Lezo aunque afirma que no se pronunciará a favor o en contra hasta que no exista una resolución de la ONU acerca del uso por parte del gobierno sirio de armas químicas.
Desde Izquierda Unida y el PCE no se apoyará una nueva guerra imperialista sea cual sea la resolución de la ONU, en palabras de Julio Anguita "malditas sean las guerras y los canallas que las hacen". Por ello tenemos que volver a repetir una vez más a pleno pulmón:
¡¡NO A LA GUERRA, NO EN NUESTRO NOMBRE!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario