Esta mañana el Dierio.es ha publicado un artículo escrito por nuestro Diputado en el Congreso por la provincia de Málaga, Alberto Garzón, donde nos habla de la necesidad de la creación de un Bloque Democrático de izquierdas que genere un contrapoder al actual bipartidismo y sea capaz de cambiar el injusto sistema en el que estamos inmersos.
Un artículo, donde se expresa la oportunidad histórica y la responsabilidad que tiene a día de hoy la izquierda española de poder cambiar las cosas, de crear OTRO MODELO DE PAÍS Y DE TRANSFORMAR LA SOCIEDAD, compartimos las interesantes reflexiones de Alberto y que las mismas os sirvan para reflexionar sobre este importante momento político por que estamos atravesando en nuestro país.
"Sin duda enfrentamos un tiempo de
emergencia social. Los alquimistas de la ciencia social nos siguen empujando
con sus recomendaciones hacia la barbarie. Empobrecen a los ya empobrecidos, y
precarizan toda relación social a fin de que la máquina de hacer beneficios
pueda seguir siendo lubricada con el trabajo ajeno. Nuestro entorno natural es
depredado y las mujeres cosificadas y reducidas a simple mercancía. Los seres
humanos perdemos nuestra condición de ciudadanos y pasamos a ser meros clientes
de las grandes empresas transnacionales. La transformación económica no es sólo
técnica sino que abarca todos los rasgos de la vida social. Todo cambia, y a
peor para la mayoría social.
Nada nuevo bajo el sol, pues en el sistema
capitalista cada crisis se resuelve con un amplio reajuste basado en empeorar
las condiciones de vida –y especialmente las condiciones laborales– de la
mayoría social. Se trata además de un fenómeno paralelo al enriquecimiento de
una elite económica que es capaz de pilotar los cambios sociales a través de
sus títeres políticos.
Y en España estos títeres políticos,
meros siervos de la élite económica, cristalizan en el proyecto político del
bipartidismo. Y es que, más allá de matices, PP y PSOE comparten un proyecto de
transformación social. Singularmente en el momento político actual ambas
organizaciones operan como el soporte político de las reformas impuestas por
aquellos alquimistas de la ciencia social. A saber, del BCE, la Comisión
Europea y el FMI.
Claro que, como en toda estructura
formada por distintos componentes, siempre hay un eslabón más débil que el
resto. Y a menudo, como ocurre en las obras de ingeniería civil, la caída de
ese eslabón acaba suponiendo la quiebra de la estructura misma. Ese es el
riesgo que se cierne sobre el bipartidismo español, es decir, que el incierto
futuro del PSOE termine de cerrar las posibilidades de las reformas pensadas
por los alquimistas.
La élite económica y política trata de
cuantificar los daños ejercidos sobre ese eslabón débil y el conjunto de la
estructura, y asimismo diseña todo tipo de medidas para minimizar los daños. Y
es que su salida a la crisis, que es suya porque está diseñada por y para
ellos, está en juego. Su recomposición económica exige pasar por encima de la
mayoría social, que ya no es por más tiempo silenciosa sino gritona y rebelde.
Así elaboran códigos penales regresivos que tratan de infundir miedo en los
movimientos contestatarios, y diseñan leyes electorales que instauran una nueva
aritmética variable a favor del proyecto bipartidista.
Pero mientras tanto, un contrapoder se
va organizando. Poco a poco van cobrando fuerza proyectos políticos
antagónicos. Proyectos de emancipación social.
Las asambleas ciudadanas se llenan de
debates ilusionantes como nunca antes. ¿En qué país queremos vivir? ¿Cómo y
quiénes lo transformaremos? Construir un nuevo proyecto de país, esa es la
necesidad política. Así que lo que al principio fue un susurro y después se
convirtió en un estruendoso grito amenaza ahora con convertirse en himno
nacional.
Entretanto, también hay una nueva
cultura política naciendo. Las raíces de esta nueva forma de entender la
política se encuentran en muchas partes. La tradición republicana de
participación política es sin duda una de ellas. Esa es la fuerza
democratizadora que está empujando a muchas organizaciones a procesos de
regeneración interna. La otra, la tradición socialista que emerge con fuerza en
la defensa de lo público/común. En resumidas cuentas, ningún ciudadano sin
acceso a los derechos básicos recogidos por la carta de los derechos humanos.
Pero la necesidad de un proyecto de
emancipación para la mayoría social, que combata las intenciones de la élite
económica y política y de sus alquimistas sociales, requiere el acompañamiento
de una nítida intención política. Es decir, el tiempo histórico exige estar a
la altura política.
No por más tiempo puede la izquierda
abandonarse a la inercia de la historia. La izquierda tiene la obligación moral
de aprovechar la oportunidad histórica para cambiar la historia misma. Para
cambiar el futuro. Y ello impone una realidad incontestable: la unión de
fuerzas en lo político, cultural y electoral es el instrumento imprescindible
para lograrlo.
Al fin y al cabo, la confluencia se construye
desde abajo. Se construye en la defensa de lo público y en la conquista de los
derechos en las calles. En las huelgas generales, en las manifestaciones, en
las mareas ciudadanas y en los piquetes. También se construye en lo cultural,
compartiendo reflexiones y debates y aceptando en nuestra mente la posibilidad
del éxito. Es decir, convirtiendo nuestra concepción del mundo, de ese otro
mundo posible y necesario, en el sentido común de la sociedad. Pero también se
construye en las instituciones públicas ya constituidas. Luchar juntos en las
instituciones lo que luchamos juntos en la calle y en las ideas. Ganar las
elecciones es el medio con el que buscamos construir un fin, que es el de
transformar la sociedad. Un nuevo proyecto de país.
De ahí que estemos en condiciones de
asegurar que la victoria pasa necesariamente por la constitución de un bloque
democrático para la transformación social. Un bloque democrático que en lo
político, lo cultural y lo electoral pueda frenar a la élite económica y política
y pueda a su vez darle la vuelta a este mundo que, como escribió Eduardo
Galeano, está patas arriba.
Nosotros no tenemos miedo, sino
ilusión. Hemos creído siempre en el proyecto del Partido Comunista de España y
de Izquierda Unida aún cuando los espejismos económicos e ideológicos inundaban
el panorama político. Cuando el proyecto bipartidista sentaba las bases de la
Unión Europea neoliberal, nosotros lo combatimos. Cuando el bipartidismo
consolidó las prácticas caciquiles y corruptas, nosotras las combatimos. Aún
cuando otrora revolucionarios se sumaban a la proclama de que el fin de la
historia había llegado, y pasaban a engrosar las filas del progresismo ingenuo,
nosotros permanecimos ahí. Incrédulos con los cantos de sirena del sistema,
desconfiados ante los avances electorales, nuestros principios y valores
socialistas permanecieron inalterados. Lo hicieron antes y lo harán ahora,
porque creemos firmemente en la necesidad y posibilidad de emancipación de la
mayoría social. De emancipación frente al banquero, al rey, al patriarcado, al
cacique y al capitalismo.
Nuestra tradición política lleva
inscrita en su ADN la formación de bloques democráticos de contrapoder al
poder. De bloques populares que frenen a la oligarquía que en cada momento
histórico trata de arrebatarnos las conquistas sociales que arrancaron al poder
nuestras madres y abuelos. Por eso tenemos claro que queremos aprovechar la
oportunidad y convertir un momento de emergencia social en un momento de
esperanza política para la mayoría social. Porque sí, se puede, pero sobre todo
porque se necesita.
Alberto Garzon (Diputado Izquierda Unida en el Congreso) |
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